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Noticia en Prensa

Los médicos alertan que los casos falsos de abusos a menores se han doblado en 10 años. Sólo un tercio de los informes emitidos por la unidad de Santo Joan de Dios concluyen que ha habido agresión sexual

Autor: LAIA BRUFAU. Barcelona

 

Cada vez hay más casos de falsos abusos a menores. Esto es lo que dicen los datos de la única unidad especializada al tratar menores que han pasado por esta traumática situación ubicada al hospital Santo Joan de Dios. El principal motivo de este aumento son las denuncias provenientes de disputas familiares en que una de las partes de la pareja asegura que la otra ha abusado sexualmente del hijo común. Por otro lado, los profesionales también han constatado que en algunos casos madres que en su niñez padecieron agresiones sexuales focalizan sus miedos en los hijos. En los informes sobre casos comprobados destaca que el 71% de los abusos detectados son a niñas, en edad preadolescente y adolescente y que la mayor parte de los abusadores son personas del entorno de la familia.

En el año 1997, las estadísticas de la unidad funcional de abusos a menores (UFAM) del hospital Santo Joan de Dios de Barcelona plasmaban que en un 60% de los casos analizados existían indicios claros que el niño o el joven había sido abusado sexualmente. Pero este dato se ha invertido con el paso de los años. El coordinador de la UFAM, Lluís Comas, afirma que ahora tan sólo en un tercio de los casos acaban confirmando que ha habido una agresión sexual.

En esta unidad -la única de Catalunya de tipo multidisciplinària compuesta por dos pediatras, dos psicólogos y una asistente social-- tienen cuatro baremos de clasificación de los pacientes según el resultado del informe que realizan: no abuso, abuso compatible (no hay indicios feacientes de abuso pero no se puede asegurar que este no se haya producido al aparecer algún dato discordante), abuso muy probable y abuso seguro o contacto sexual seguro. Las dos últimas, que se cuentan como casos probados de agresión, tan sólo representan un tercio del total de niños y jóvenes que ven a la unidad. El coordinador del servicio, Lluís Comas, afirma que es complicado diagnosticar un «no abuso» pero que existen varios parámetros que los evocan a comprobar la inexistència de un abuso.

¿Cuáles son las causas de este aumento? Según Comas, sobre todo por dos factores: situaciones de disputas familiares y casos en que uno de los progenitores fue víctima de abusos durante su infancia y proyecta sus temores en los hijos. Las herramientas con las cuales cuentan a la unidad para afrontar todos los casos, y descartar los falsos, son una mezcla entre el trabajo en equipo y la experiencia acumulada (no va por sus consultas han pasado unos 2.000 casos, con una media de unos 200 al año). Uno de los puntos más importantes es el momento de la entrevista con el menor implicado, puesto que en pocas ocasiones hay indicios físicos que sean concluyentes por el tipo de abuso (las penetraciones no son habituales).

El doctor Comas distingue dos vías para comunicarse con los pacientes, que dependen de la edad del menor. Con los adolescentes y preadolescents se puede mantener una conversación más de tú a tú en que la confianza entre el médico y el paciente es básica para conocer el que ha sucedido y a partir de aquí se intenta que el menor se sincere y sea capaz de narrar la cronología de los hechos. Con los más pequeños, primero se trabaja al entender de qué manera expresa la criatura los conceptos de bono y doliendo para intentar conocer si, a través de sus reacciones, ha padecido un mal trance. «Todos los informes son consensuados entre todos los profesionales que formamos la unidad y después de un trabajo intenso de unos tres meses de duración.» Un vez finalizada su tarea, se remite el resultado a todas las partes interesadas como son el juzgado, la fiscalía de menores, los servicios sociales, el pediatra de referencia del menor y la dirección general de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA).

La justicia es lenta, ineficaz, arbitraria, incoherente, discriminatoria con los acusados,
abusiva, en el uso de la prisión preventiva y depositaria de un poder excesivo.

Demoscopia 1995. El País